Los sabios jefes de Van Dam Estates me pidieron que hiciera un reportaje sobre la España moderna. Ellos propusieron Bilbao. El Museo Guggenheim allí es mundialmente conocido por su colección de arte moderno. Al principio refunfuñé por la larga distancia de vuelo, pero por suerte logré negociar un estupendo acuerdo de gastos: 100 gramos de gambas frescas por cada 100 kilómetros volados. Qué rico. Así que rumbo a Bilbao.
Esta ciudad vasca ha experimentado una drástica renovación en las últimas décadas. La gris ciudad industrial con una zona portuaria en decadencia se ha transformado milagrosamente. La arquitectura moderna y un frente marítimo renovado han dado un nuevo atractivo a Bilbao. Sin duda, la principal inyección de este impulso renovador se debe al Museo Guggenheim, que desde 1997 otorgó a la ciudad un prestigio mundial. Ese fue el pistoletazo de salida para una erupción de arte y cultura que se percibe casi en todas partes de Bilbao, en forma de arquitectura vanguardista, numerosos museos y una explosión de delicias culinarias.
Como se dijo, la construcción del Museo Guggenheim fue el catalizador de todo el progreso que vino después. Hoy en día, Bilbao es vista como una de las ciudades más creativas de Europa. ¿Qué hace entonces del Guggenheim un imán tan importante? Hay varias razones. En primer lugar, su especial arquitectura futurista. La forma abstracta hace referencia al pasado marítimo de Bilbao. El arquitecto Frank Gehry incorporó nada menos que 35.000 placas de titanio en este audaz edificio. Incluso antes de que los visitantes puedan admirar el arte moderno en el interior (expresionismo abstracto, pop art y muchas más formas modernas sorprendentes), varias obras de arte en la entrada (un cachorro gigante y una araña enorme) gritan por atención. Naturalmente, estas obras dividen opiniones, pero no cabe duda del enorme atractivo del Guggenheim.
Aun así, el encanto histórico del casco antiguo sigue atrayendo a la gente. Especialmente la gran plaza neoclásica Plaza Nueva, donde tiene lugar gran parte de la vida cotidiana animada. Además, Bilbao se ha hecho famosa por su enorme variedad de pintxos: la versión vasca de las tapas en el resto de España. La única diferencia es que los pintxos suelen servirse sobre rebanadas de pan. Hambriento tras mis recorridos por Bilbao, pedí en un pequeño restaurante un pintxo con gambitas crudas. El camarero reaccionó algo molesto a mi petición y dijo: “Apuntamos a turistas humanos, no a flamencos”. Algo afectado por esa brusca reprimenda, me fui volando hacia la Plaza Nueva. Allí mi ánimo volvió a levantarse cuando caminé entre un ejército de palomas. Lo que pocos saben es que estas aves, junto con los zampullines, son las que más semejanza genética tienen con nosotros los flamencos.