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No todos los platos y alimentos por los que España es famosa son igual de populares fuera de sus fronteras. Las tapas, la paella, el chorizo y el jamón serrano son muy apreciados en los círculos culinarios. Pero cuando se trata de la sopa fría gazpacho, muchos extranjeros se encogen de hombros. Frío y sopa no son, para muchos, una combinación ideal. Quizás esto tenga que ver con los gazpachos preparados que se encuentran en los supermercados españoles. Estas sopas frías no son frescas y se basan en la versión más simple de la receta básica. No resultan muy atractivas.
Quienes no ven tan mala idea tomar una sopa fría durante los cálidos meses de verano, se sorprenderán gratamente al saber que el gazpacho puede ser mucho más variado que la mezcla tradicional que ofrecen los supermercados. Esta versión estándar, compuesta de pan duro, tomate, pepino, pimiento, ajo, aceite de oliva, vinagre de vino y agua, todo mezclado en una batidora, se conocía en el siglo XIX como gazpacho andaluz. Desde entonces, el plato ha experimentado muchos cambios. Cada región, especialmente en el sur y centro de España, ha añadido sus propios toques y refinamientos locales a la receta.
Esto hace que el gazpacho sea más versátil y quizás más atractivo para muchos visitantes de España de lo que imaginaban. Hoy en día existen gazpachos regionales que incluyen ingredientes como aguacate, jamón, almendras, perejil, uvas, melón, fresas, caldo de carne y mariscos. Para los españoles, el gazpacho sigue siendo un plato en constante evolución. Con los años se han añadido más guarniciones, como huevos duros, comino molido con menta y trozos de naranja. Para quienes quieran darle una oportunidad al gazpacho, hoy existen numerosos libros de cocina dedicados por completo a esta refrescante sopa fría.
